La amazona chilena junto a su caballo Ronaldo logró un puntaje de un 66,227% en la prueba de Adiestramiento de los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Toda una proeza para un deporte que estuvo ausente de esas competencias por más de medio siglo.
“Ha sido el sueño de mi vida”, dijo Virginia Yarur Ready cuando supo que sus puntajes y premios obtenidos le permitían representar a Chile en los Juegos Olímpicos Tokio 2020. “En el minuto que supe sobre mi clasificación (a poco más de un mes de la cita deportiva) entendí de inmediato que tenía que ir. Sí o sí”, relata. Una aventura contra el tiempo y de cara a la pandemia con todas sus restricciones, “pero lo más importante para mí era el honor de representar a mi país”, prosigue.
Fue una preparación de alto rendimiento, junto al team Virginia Yarur Dressage. Antes de aterrizar en Tokio, tuvieron residencias y esperas en Francia, España y Alemania para finalmente enfrentar el chequeo del caballo Ronaldo en las arenas japonesas. “Sentí una emoción inmensa en ese momento porque significaba que ya estaba ahí, comenzaba el sueño olímpico… Otra gran experiencia fue compartir la pista de entrenamiento junto a los mejores jinetes y caballos del mundo”.
Finalmente su aplaudida presentación obtuvo un puntaje de 66,227% en el Grand Prix, ubicándose en el décimo puesto de su grupo. Al mismo tiempo, la gran alegría para Chile era que por fin se lograba participar en una disciplina después de 53 años de ausencia.
- Ahora que han pasado los días, ¿cómo asimila ese momento tan emocionante?
- “Estoy feliz porque regresamos con el adiestramiento a las pruebas olímpicas. Quedé muy contenta con mi participación. Recuerdo que Ronaldo entró a la pista un poco mirón (una expresión ecuestre para referirse a la curiosidad del animal frente a luces y distractores). Pudo ponerse inquieto, pero finalmente se portó muy bien y se quedó conmigo todo el tiempo. Estoy feliz, además, porque con este caballo tengo más de nueve premios y gracias a ellos pudimos calificar. En medio de todo, hace un año que no entrábamos a la pista y eso pudo ser algo complicado… pero salió todo muy bien.
- ¿Cómo llegó Ronaldo a su vida?
- “Llegó porque en algún momento con Yvonne Losos de Muñiz, mi entrenadora, nos dimos cuenta de que necesitábamos un caballo de gran premio. Los buscamos hasta que lo encontramos… Siempre es un riesgo cuando compras, porque uno no sabe cómo va a funcionar. Recuerdo que fue el único que me gustó, tuve feeling. No todos los caballos le sirven a todos los jinetes. Es un caballo muy especial y bonachón, aunque eso no signifique que a veces esté de mal genio. Después del entrenamiento, yo empecé tarde a tener ranking. De alguna forma con Ronaldo nos conocimos compitiendo hasta lograr los puntajes en marzo del 2020”.
- ¿Cómo nace su pasión por los caballos?
- “Mi madre (la galerista Patricia Ready de Yarur) nos inculcó el amor por los caballos junto a mi hermana desde muy niñas, quizás desde los cuatro años. Ahí nació mi pasión, fue algo automático, siempre quería estar con ellos. Mi mamá nos repetía que había que ser responsables, porque eran seres vivos que necesitaban toda nuestra atención. “Si quieres ser buena equitadora tienes que estar a primera hora con los caballos”, nos decía. Desde niña aprendí a madrugar por ellos. Eso me dejó muchas enseñanzas. Ahora soy muy metódica, constante y todo esto me lo tomo muy en serio. No es algo de que te vas de carrete y, al día siguiente, no llegas. Es todo lo contrario. Yo me acostaba temprano, porque sabía que al día siguiente tenía que ir a montar. No existe la opción de no preocuparse”.
- ¿Cuándo confirmó que se trataba de algo que adoptaría de por vida y de manera profesional?
- “En realidad nunca pensé en otra cosa. Así se fue dando todo. En unos Juegos Panamericanos conocí a mi entrenadora y me invitó a Wellington Florida para seguir la preparación. Ella me cambió la vida, me enseñó las competencias internacionales, las muchas reglas que se deben seguir, el manejo y el trato día a día de los caballos. Es un esfuerzo enorme, pero es un deporte que, al menos para mí, no tiene vuelta atrás”.
- ¿Hay cosas que haya postergado? ¿Su familia por ejemplo?
“Diría que, en general, hay que ser muy organizada para no dejar nada de lado. Aunque sufro cuando me alejo de mis hijos, son cinco hombres y el más chico tiene doce años. Muchas veces viajan conmigo. Eso me acomoda mucho y me acompañan temporadas completas. Aunque cuando voy a Europa, tienes que dosificarlo por temas de colegios sobre todo. Ahora en Japón fue más difícil y más largo por las restricciones debido a la pandemia y las residencias sanitarias. Felizmente, ellos dicen que están orgullosos. Mi casa en Santiago sigue funcionando y por el lugar donde esté viajando, yo siempre estoy atenta, incluso de sus tareas”.
Fuente: Entrevista