Enfundada en su elegante traje ecuestre, su metro 55 y su menuda figura, Virginia Yarur Ready monta a Finn (raza Rheinlander), su caballo de 600 kilos que la acompañó en los Juegos Panamericanos 2015. En un lenguaje donde no existen las palabras, el caballo danza y se mueve magistralmente; todo un espectáculo a la vista. No hay fuerza, sólo la técnica de una mutua seducción.
“De eso se trata el adiestramiento, de enseñar al caballo a ir escuchando tus señales. Durante el entrenamiento siempre surgen problemas y ahí tienes que usar la cabeza para resolverlo, pero nunca con la fuerza, el caballo debe querer trabajar contigo, nunca quebrantarle su alma, eso es primordial”, recalca la directora de la rama de equitación del Club de Polo San Cristóbal, quien lleva casi 40 años montando.
Y agrega: “El adiestramiento es una danza, donde tu pareja es tu caballo y como en cualquier danza, debe de haber complementación, sincronía y química. Somos dos y debemos estar escuchándonos perfectamente”.
Sus comienzos
Virginia no recuerda el nombre del primer ejemplar que montó a los cuatro años, pero sí que lo único que quería era “estar arriba del caballo”. “Mi primer caballo, me lo regaló mi madre, era un pura sangre viejo que se llamaba Kafrún”, cuenta Virginia, campeona nacional ecuestre, con Medalla de Bronce en los Juegos Odesur 2014 y una destacada participación en los Juegos Panamericanos 2015.
Su madre, la reconocida galerista de arte Patricia Ready, quien también practicó equitación, y su padre, el empresario Juan Carlos Yarur, fueron los impulsores para que Virginia practicara equitación. Deporte donde ella se inició con el salto a los 8 años y que le valió, entre 1978 y 1980, cerca de 50 premios en esta especialidad.
“El apoyo de mi mamá ha sido fundamental, ella me compró mi primer caballo y siempre ha estado tras mis logros deportivos. Mi padre, al igual que ella, ha estado siempre conmigo; las veces que tuve un accidente, cuando más chica, él era el primero en llegar para recogerme en segundos”, cuenta la adiestradora.
Así como su madre trabaja con el arte, esta jinete dice que el adiestramiento también lo es. “Es muy estético, desde lo bonito que son los caballos hasta la vestimenta del jinete, es una danza con el caballo, por eso es un arte”, opina esta ex alumna del Colegio Santa Úrsula (Vitacura), quien hizo dos años de Licenciatura en Arte en la Universidad Católica y luego estudió en Chile Diseño de Parques y Jardines con el reconocido paisajista inglés John Brookes.
Temporada en Estados Unidos
Virginia es mamá de Nicolás (28 años), Diego (25), Cristóbal (22), Maximiliano (10) y Benjamín (7) con quienes se ha ido a Wellington (Florida), Estados Unidos en tres temporadas. Allí, se instala por cerca de cuatro meses con su familia y sus caballos para prepararse para las competencias internacionales junto a su entrenadora dominicana y medallista panamericana Yvonne Losos. En febrero, en Wellington la equitadora alcanzó el puesto número uno en dos categorías del Global Dressage Festival y durante esta estadía practicó como jinete junto a su entrenadora.
La próxima temporada en Estados Unidos, el año 2017, Virginia comenzará a prepararse junto a sus caballos para los juegos Odesur (Cochabamba 2018), el World Equestrian Games (Toronto 2018) y para los Juegos Panamericanos (Lima 2019).
“No tengo caballos favoritos”
Su rutina parte temprano en el Club de Polo San Cristóbal, aquí monta cuatro horas diarias seis días de la semana; sus caballos descansan los lunes. “En las tardes entreno dos horas en el gimnasio para no lesionarme y tener estado físico para mantener la postura (body tension) que necesito arriba del caballo”, comenta.
Sus caballos, el Dorado (raza Westfale); Finn (Rheinlander); Debussy (Hannoveraner) e Invencible (potro Lusitano) viven en el Club de Polo y próximamente Virginia irá a Alemania a buscar otro ejemplar. “El Dorado va a jubilar, porque ya tiene 17 años y se merece ir a descansar a un campo, él es feliz cuando está libre”.
Y agrega: “No tengo un caballo favorito, es como con los hijos, los quiero a todos por igual”.
—Como buena ursulina eres una jinete bien disciplinada.
—Es cierto, lo soy, me tomo este deporte con mucha responsabilidad, porque además tengo una familia que está apoyándome con mucho esfuerzo. Soy una jinete muy consciente de que mis caballos sean felices y estén relajados con el menor estrés posible en el día a día; soy muy metódica y planificada.
—Es sabido que te gustan los caballos limpios, brillantes y montar temprano.
—Mis caballos y el equipo deben estar siempre impecables. De eso se encarga mi ordenanza, Luis Pinto. Él se preocupa de limpiar los caballos, los equipos, de darles la comida y suplementos. Somos un equipo. Me gusta ir a montar temprano, el silencio de esa hora, que esté mi caballo y yo. Así, puedo concentrarme en él, escucharlo y sentirlo; que estén los pajaritos cantando y la cordillera nevada al fondo, lo disfruto.
—¿Es fácil trabajar con caballos?
—Lo más complejo del adiestramiento es trabajar con un compañero de cuatro patas, con un animal que debe trabajar por ti. Es difícil explicarlo en palabras, porque es un deporte de muchas sensaciones. Hay que sentir y escuchar a tu caballo, a tu compañero que no habla… Debes conocerlo muy bien y darle las señales correctas para no confundirlo. Los caballos también se enojan, sienten dolor y se aburren. Esos días hay que dejar el entrenamiento, salir solo a galopar y despejarles la cabeza. Ellos se cansan mentalmente de que les repitan lo mismo, por eso el entrenamiento debe ser muy planificado.
—¿Hay algo de glamur en el mundo de los caballos o eso es un mito?
—Andamos en pantalones de montar y con olor a caballo, no veo que eso sea glamoroso (ríe). Además, cuando hay que competir hay que levantarse muy temprano, no hay tiempo para el glamur y estupideces de ese tipo. Es un ambiente especial y es una disciplina cara, es verdad. Para mí, más que un deporte, es una forma de vida. Yo no hago mucha vida social, vivo entre mis hijos y mis caballos, eso me hace feliz y me llena la vida, no necesito del glamur ni la vida social. Hago mi trabajo y trato de aportar a mi país con lo que he aprendido afuera.
—Es un deporte elegante que en Estados Unidos es mirado diferente…
—Colocarle glamur y elitismo a la equitación no existe, este deporte es elegante, pero en Europa es mucho más masivo, porque el europeo vive muy apegado a los animales y a los caballos. En Estados Unidos las personas son profesionales, este deporte es su trabajo y no lo practican para tener estatus.
—Pero al ser una disciplina costosa, aleja a muchos.
—Sí, es un deporte caro, al igual que lo es el rodeo y el rodeo es masivo en Chile, aquí puede haber un problema de cultura. Es muy difícil para una persona que no sabe de caballos comenzar un deporte que significa adquirir un caballo y hacerse cargo de su cuidado, por ahí parte la dificultad. Poco a poco hay más personas que quieren aprender a montar; ojalá cada vez seamos más.
Torneos internacionales
“Es duro competir afuera”
En el adiestramiento al jinete y al caballo se les exige realizar una serie de movimientos obligatorios dentro de un rectángulo, que se conocen como figuras. A grandes rasgos, hay un rectángulo totalmente plano que mide 60 por 20 metros y está rodeado de una valla baja. Además, tiene 12 letras que se colocan simétricamente e indican dónde se deben realizar los movimientos.
—¿Cómo son las competencias internacionales?
—Lo primero es el chequeo veterinario a los caballos. Muestras tu caballo y trotas con él para que lo revisen jueces y veterinarios. Revisan que esté sano, sin dolor y sin heridas, son muy estrictos. Una vez terminado el vet check, los caballos entran a un parque cerrado donde solo puedes entrar con una credencial, en este momento parte la competencia.
—Debes tener mucho cuidado con la alimentación de los caballos….
—Sí y con los suplementos, por el doping. Antes del Panamericano 2015 me tocó el test de doping en dos competencias. Desde ese momento te siguen y te vigilan, hasta que le toman sangre y orina al caballo con testigos presentes. Es mucho estrés, pero vale la pena, porque estás representando a tu país. Después de una competencia, quedo agotada, es duro competir afuera.
Fuente: Emol